jueves, 12 de junio de 2014

Ángeles

Hasta entonces, nunca creí en el destino
en mi tierra dejé mi amor
y me embarqué sin rumbo fijo
buscando algo que debía ser mejor.
- Encontrarás a otra, alguien me dijo.
- Lo siento, no te creo, respondí yo.

Pero fue el destino quien quiso
que lejos de mi tierra, lejos de todos,
te conociera, me hablaras, fueramos amigos,
nos escapáramos de clase solos
a cualquier lugar, a tomar un café bien frío
o unas cañas, sólo por no volver a casa.
Me contabas lo que te preocupaba, me dejabas perdido,
contabas tantas cosas y yo no contaba nada.

Durante más de un año,
la historia en nada cambió
pero llegó el momento señalado
de abrir, por fin, mi corazón
y allí estabas tu, siempre a mi lado
me miraba, prestabas toda tu atención
a mis desvaríos, cogiste mis manos
y dijiste no te preocupes por favor.

Dabas remedios, me dabas consuelo
y me di cuenta de que en ti
podía confiar, contarte mis sueños,
con la seguridad de poder decir
cualquier cosa y no me ibas a juzgar.
Pretendías verme siempre sonreir,
como tu, sé que nadie me entenderá,
nadie logrará que me olvide de ti.

Tierna, dulce como los ángeles
que en tu nombre has de llevar.
Fuerte, dura como los árboles
que nunca sombra te harán.
Dulce espera me acompaña
si cada día se que a mi lado estarás.
Tierna niña desengañada
de amores que nunca faltarán.
Fuerte amistad que nos ata
con un nudo que nadie aflojará.
Dura pared que nos separa
el tiempo que a mi lado no estás.

Ahora sé que existe el destino
en tu tierra dejé algo de amor
y me embarqué con rumbo fijo
dejando, de mi vida, lo mejor.
- La dejas sola, alguien me dijo.
- Le dejo mi corazón, respondí yo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario